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martes, 19 de junio de 2012

Espazo agrícola e xardín no pazo de Vilardefrancos, Carballo.

Espazo agrícola e xardín no pazo de Vilardefrancos, Carballo.




Arquitectura.
Una torre medieval de cuatro pisos de altura se levanta en el siglo XVI en un alto rocoso del valle de San Salvador junto al rio Calvelos, con patio de armas, rodeada de foso y murallas.

Un conjunto defensivo medieval que cambia y se adapta con el tiempo. Una fixonomía domesticada con el paso del tiempo arropada en las sucesivas ampliaciones del espacio residencial. Una arquitectura generosa que engorda y crece en anillo en torno a la torre.
El espacio castrense se domestica y transforma en explotación agropecuaria engullendo en su interior a la vieja torre que queda aislada y desconcertada, y ... desquiciada de seguirse el proceso evolutivo lógico que la acabaría desmochando como en ocurrió en muchos otros ejemplos de reforma medieval de finales del s. XVII (Alcázar de Madrid).

La muda no es estructural, pues es respetuosa con el período pasado. Únicamnete homogeneiza y compacta en un sólido prisma al conjunto original.

En la primera reforma, la fachada monumental que se crea presenta dos innovaciones concretas: una entrada decorosa, y una caja de escalera que accede a la torre en el mismo punto en cómo se hacía desde el exterior y al descubierto en el s. XVI. Culminan la actuación dos alas perpendiculares que dibujarían una planta en U y que dejarían un patio sustentado en las viejas cortinas medievales.

La segunda ampliación, más académica, que tiene lugar poco tiempo después, ya obedece al nuevo ritmo impuesto en la construcción y relega a la pobre torre a una posición de abandono perdida en la masa interior: con su dificil localización sobre la cubierta y menoscabada su potencia vertical incluso con la inclusión saliente del volumen de la chimenea. Esta fase arropa y cierra el lado Este del conjunto manteniéndo el mismo lenguaje seriado y ordenado de huecos de la primera planta.

La tercera actuación menos contundente, es en todo caso un cierre final y un apertura decimonónica de fachada en forma de galería hacia el jardín formal.

El antaño amenazante prisma acaba con sus pobres muros revocados y pintados de blanco, sus almenas perdidas, con una cubierta a cuatro aguas y sustituidos sus merlones por una cornisa con gárgolas.

                                                                    Jardín.
Fuente en el eje del jardín formal
Para formalizar el espacio estricto del jardín se acota un recinto cuadrado ante la fachada del mediodía, en el que se dispondrá su trazado.
En este espacio se organizan dos paseos centrales perpendiculares que se cortan en su centro geométrico. En este punto dominante se coloca una delicada fuente de taza circular y pilón central. Se trata quizá de la organización más sencilla, y de larga pervivencia a lo largo del tiempo: de fuerte reminiscencia simbólica que remite al hogar primigenio, al origen del mundo. Y que desde luego muestra, su nuevamente perfecto encaje en la distribución del espacio del jardín. Su éxito se basa en la sencilla geometría del trazado cargado de simbolismo.
La claridad de este conocido trazado se ve en todo caso comprometido por la fuerza desarrollada de las plantaciones en el interior de los cuatro parterres resultantes que colman físicamente el espacio con su frondoso desarrollo vertical (cryptomeria, camelia, abies norm., magnolia grandiflora).
Es posible que originariamente hubiera una delimitación de los parterres con setos de boj, actualmente sustituidos por una greca de rosales.

Este pequeño jardín ensimismado necesita de un plano horizontal y muro que lo cierre, y que actuará como un podium separándose del ámbito de la huerta del que procede. Únicamente el eje prependicular a la fachada del pazo trasciende el muro con una pequeña abertura y continúa transformada en un eje de la huerta. Al final del mismo se reutiliza como mirador un antiguo repliegue del muro medieval.

La conducción de agua que alimenta la fuente barroca sirve igualmente a la pequeña fuente mural a eje sobre el muro exterior para riego de la extensa huerta.

Este trazado de jardín es la cabeza generadora para el resto de la articulación de la huerta perfectamente orientada al sur. Su ordenación es el punto de partida para la disposición de los árboles frutales mediante paseos ortogonales.
El palomar, de interesante planta cuadrada (a modo de pequeño torreón) en la esquina opuesta de la huerta, actúa como un pabellón de jardín más (dialogando con el volumen medieval) e incorpora su propio trazado jardinístico, caracterizado por un trachycarpus en su costado.

Al otro lado del jardín y de la huerta se sitúa el antiguo campo da festa, espacio señalado con un cruceiro barroco de excelente factura en su interior. Es la contrapartida al jardín privado, centro de las relaciones sociales y de recreo de la parroquia y espacio devocional ligado a la capilla del pazo por el que discurre la procesión de santo Antonio en la festividad del 13 de junio. Generándose como vemos complejas relaciones entre lo público, privado, religioso y castrense.

Pero quizás la traza de jardín más interesante tenga lugar en el ascenso al pazo desde la entrada principal desde Sofán. Dos setos de boj acompañan la ceremonia de llegada al patio de armas trazando un acceso en suave curva y pendiente hasta la fachada pacega y demás dependencias anexas. La vaguada que se salva a izquierda y que abre las vistas al valle del río Calvelos recoge las aguas de la finca creándose un pequeña chopera entre cuyos ejemplares se yergue una margnífica fuente barroca (recia caja con arqueta interior, que tiene en su frente un escudo y remate superior con pináculos e imagen de la Virgen) que permite la estancia con bancos corridos en su atrio.

La producción agrícola de la propiedad es la principal razón de ser del pazo, y por lo tanto se priorizan sus necesidades de espacio dentro de la organización general. Sobresaliente es el conjunto de construcciones que sirven al proceso económico y generan el patio delantero de servicio, reutilizándose para ello la vieja infraestructura militar del recinto (visible en una garita de los alpendres y demás muros).
Los extensos campos de cultivo que rodean intramuros al pazo se continuan en las agras exteriores en lo que es una organización territorial mucho más compleja y amplia. Prueba de ello es la interesante arqueta con remate piramidal que formaliza los discursos del agua.


Destacar las amplias zonas boscosas del pazo, con grupos de chopos, castaños, acacias negras, y carballeiras en las que cabe señalar (situado tras el grupo de viviendas de trabajadores que flanquean el campo da festa) el conocido carballo de Vilardefrancos, organismo objeto de leyendas, lugar de encuentro para amantes e inductor de casamientos.


Bibliografía:

-BUGALLAL Y VELA, J. y SÁNCHEZ GARCÍA, J.A., Vilardefrancos. Reconstrucción de un gran pazo y su linaje. (2006), en Quintana nº1
-MARTÍNEZ BARBEITO, C. Pazos, torres y linajes de la provincia de La Coruña, León, Diputación de A Coruña

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